La Sección Citroën del Clàssic Motor Club del Bages ha celebrado, a caballo entre mayo y junio, su ya tradicional salida bienal a Francia. En esta ocasión, la escapada, denominada “Trobada Citroën al País Càtar”, comenzó a media tarde del jueves 30 de mayo en Girona, terminando su periplo de nuevo en la provincia de Girona la tarde del domingo 2 de junio.
3 días y 2 noches dan para mucho en una escapada al País Cátaro, incluso unas cuantas parejas se dieron cita la noche anterior en la bonita ciudad de Girona para estar más cerca del punto de salida que, igual que en otras ocasiones, fue en el área del Empordà de la AP-7. Aparte de modelos de la marca del Double Chevron hubo ambién autos de otras firmas invitadas como: Alfa Romeo, Jaguar, Mercedes, Peugeot, Porsche, Saab y Seat.
Por tierras de Languedoc-Roussillon y, particularmente en los departamentos de los Pirineos Orientales y de Aude, se pudo esquivar una pequeña lluvia que apenas dio motivos para sacar los paraguas. Quien no nos dejó en ningún momento fue la tramontana, que despeinó incluso a los que iban al cero.
Sin embargo, la caravana de 17 autos no paró quieta, las bodegas Rocbère en Portel-des-Corbières a Tierra Vinéa ubicadas en parte del espacio de una antigua explotación de mineral de yeso a 80 metros bajo tierra, la Cité fortificada de Carcassonne, el Canal del Midi saliendo de Béziers y remontando las esclusas de Fontserranes con almuerzo a bordo, la cueva gigante (donde cabría la Tour Eiffel enterita, sin cortar) denominado Gouffre Géant de Cabrespine y la panorámica sobre los 4 castillos de Lastours, llenaron los dos primeros días.
De regreso, una ruta turística de las Corbières Audoises, rodeada de viñedos como si del Penedès se tratase, cruzando pueblos de la campiña francesa por unas carreteras departamentales como las de antes con sus márgenes plantados de plátanos centenarios, haciendo un sombrío que daba ganas de parar para hacer una siesta... aunque no siendo la hora...
Paso a paso, llevaron el grupo primero a Lagrasse, población medieval calificada como uno de los “Plus beaux Villages de France”, con su abadía, su puente de piedra, la plaza del antiguo mercado, etc.
Aquí pararon algo más de una hora, tiempo suficiente para estirar las piernas, visitar tranquilamente el pueblo y quedar con ganas de volver por no haber podido visitar la Abadía Sainte-Marie d’Orbieu, inicialmente benedictina y más tarde cisterciense. Actualmente en activo, acoge los canónigos regulares de la Madre de Dios.
Desalterados y muy animados siguieron camino hasta Fontfroide, donde realizaron la última visita guiada (de una serie de más de media docena), a la Abadía Sainte-Marie de Fontfroide, inicialmente también benedictina, después igualmente cisterciense, y en la actualidad propiedad privada y ocupada por la familia Fayet, en ella ya no se practica culto religioso alguno, aunque la familia gestiona las visitas para el mantenimiento de la misma.
Al terminar, hubo una comida de despedida fue servida en las antiguas caballerizas de la abadía, muy bien restauradas para acoger un buen número de “peregrinos” en sus mesas.
Sobre los cafés vinieron las despedidas. Aquellos que quisieron siguieron la comitiva hasta el punto de salida del área del Empordà, lado Sur, previo paro panorámico en el área del castillo de Salses.