En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero olvidarme, una mañana de domingo temprano partían 34 hidalgos en sus 17 corceles. Protegidos por el fiel escudero Sancho y flanqueados por Dulcinea eran guiados por el ingenioso hidalgo Don Quijote a través de tierras manchegas, escribiendo un nuevo capítulo de esta bendita pasión que tantas almas une con enorme sentimiento.
Texto: María José Zapata.
Durante muchos meses escuché a mi padre hablar de la aventura en la que nos íbamos a embarcar este año y, lo que es mejor, lo he visto muy ilusionado intentando organizar la que sería su segunda ruta con el club de los biscúters. Me creeréis si os digo que también lo he visto preocupado porque no quería que nada quedara al azar y que el recorrido estuviera lleno de sorpresas que alegrarán la vista de todos los participantes para que una vez más fuera una ruta inolvidable.
Muchas horas invertidas con la inestimable ayuda de tres grandes personas y colaboradores como son Ramón, Doroteo y José Ramón, iban dando forma poco a poco al recorrido hasta que, por fin, el 18 de septiembre se empezaba a despejar la incógnita. (Ojalá pueda conocerte pronto José Ramón).
Desde Catalunya, Mallorca, Valencia, Madrid, País Vasco, Alicante y Murcia…… llegaban todos a mi tierra con la ilusión de reencontrarse una vez más y en mi caso de conocerlos por primera vez.
¡Qué nervios el primer día hasta que pude conocerlos uno a uno y un pequeño problema aparecía: ¿Cómo recordar el nombre de todos? Enseguida mis nervios desaparecieron al comprobar ya en la primera cena del hotel Guadiana la calidad de las personas que tenía delante, pero solo era la punta del iceberg.
Tras el desayuno del domingo y uniformados todos con nuestros polos de DOGA (que nos ha ayudado con una generosa aportación), nos preparábamos para partir de Ciudad Real a las 9 de la mañana. Con sorprendente puntualidad de reloj suizo como ha sido la tónica habitual de todo el viaje, cada pareja se abrigaba y daba los últimos toques a los motores para que estuvieran listos.
Poco a poco se perfilaba la hilera de 17 coches encabezados por un furgón de cabeza y otro de cola, con remolques listos también para cualquier imprevisto. Desde Las Lagunas del Ruidera, hasta las minas de Almadén pasando por El parque de Cabañeros, muchos son los pueblos por los que día a día se desarrollaba el recorrido. Todos dignos de mención por su belleza, la simpatía de sus alcaldes y sobretodo sus gentes.
Saludos, aplausos, risas, fotos… emocionados nos recibían en Almagro, Infantes, Reolid, Alcaraz, El Bonillo, Ruidera, Campo de Criptana, Consuegra, Santa Quiteria, Horcajo de los Montes, Almadén, Puebla de Don Rodrigo, Luciana y Piedrabuena.
Es curioso, pero a veces no te das cuenta de la belleza de tu tierra hasta que no la disfrutas subida en un cochecito que va despacito, que no tiene puertas, con mucho humo pero es tranquilito. Y que si se para hay solución, te bajas del coche y un buen empujón... con permiso de Doroteo.